Aún no olvido los ojos de los anestesiólogos que me asistieron mientras los obstetras rasgaban mi vientre y traían a mis niños a su vida en el mundo. Tampoco sus nombres, como los de todo aquel que de algún modo nos cuidaron, cuando crecían dentro de una madre enferma y ya con demasiada edad para engendrar hijos.
- Carmen Luisa Martín
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