Cuando la ministra de Educación, Naima Trujillo Barreto, revisaba los preparativos en Ciego de Ávila para el inicio del curso escolar 2023-2024 una de las mayores preocupaciones que exponían los directivos del territorio estaba relacionada con la incompleta cobertura docente de muchos planteles educacionales de la provincia.
Ante ese panorama, que resultaba desalentador incluso tras aplicar varias alternativas como los contratos por horas, la titular del ramo orientó evaluar la posibilidad de que los estudiantes de cuarto año de las escuelas pedagógicas fueran enviados a apoyar como docentes en las escuelas más necesitadas de maestros.
Hoy, a poco más de un mes de aquella reunión, 113 estudiantes de la escuela pedagógica Raúl Corrales Fornos, de Ciego de Ávila, y 141 de la Rafael Morales González, de Morón, terminan su formación como profesionales de la educación precisamente impartiendo clases a niños y adolescentes de los diez municipios avileños, según explica a Invasor Gilmé Sánchez Cordero, metodóloga del Departamento de Formación Pedagógica, Superación y Actividad Científica, adscripto a la Dirección General de Educación (DGE).
Tiza en mano, estos 254 estudiantes-maestros contribuyen a aliviar un poco la estrechez de personal que azota al sector y afecta la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre todo en la Primaria y la Secundaria Básica. No obstante, los alumnos que hoy se forman como profesores de Inglés quedan exentos de la nueva tarea.
Ciego de Ávila y Morón resultan los municipios más beneficiados por estas medidas, que han dado un breve respiro, sobre todo, a la cobertura de la enseñanza Secundaria Básica, fundamentalmente en las asignaturas de Matemática y Química.
De acuerdo con la estrategia de trabajo trazada por la DGE, los estudiantes de cuarto año, ahora en su rol de docentes, trabajarán en las escuelas de lunes a jueves y recibirán clases en sus respectivos municipios los viernes, de acuerdo a las diferentes especialidades que estos cursen.
Se prevé que así culminen su último año de formación pedagógica y que, en la mayoría de los casos, continúen una vez graduados en las mismas instituciones educativas donde hoy laboran.
Además, Sánchez Cordero adelantó que alrededor de 140 jóvenes egresados de las escuelas pedagógicas, que hoy cumplen el Servicio Militar Activo (SMA), serán incorporados próximamente a las escuelas con déficit de profesores.
La situación, si bien implica una mejoría, no resolverá por sí sola el problema. A punto de comenzar el curso, Luis Enrique Calderón Piñeiro, director general de Educación, señalaba que, de las 7116 plazas laborales existentes, solo estaban ocupadas 6482. Es sencillo sacar la cuenta: los muchachos de las escuelas pedagógicas más los reclutas del SMA no alcanzan a cubrir todas las plazas vacantes.
Incluso si la estrategia diseñada en la DGE (junto a los contratos por horas, el apoyo del contingente Educando por Amor y la contribución de los estudiantes de año terminal de las carreras pedagógicas universitarias) consiguiera suplir por el momento los espacios vacíos en la cobertura docente de la provincia, todavía quedaría el verdadero dinosaurio de esta historia que, como en el cuento de Augusto Monterroso, seguirá allí cuando despertemos: las causas del éxodo de docentes.