A caballo y de la mano de su padre, la novia esplendorosa pasea por la falda del lomerío hasta la sombra de un almendro, espacio decorado, de manera exquisita, con elementos naturales. Girasoles alineados sobre el césped dibujan la ruta hacia el futuro esposo, acompañado por la notaria, familiares, amigos y vecinos.
La Finca Escuela con Enfoque de Paisaje Rincón Los Hondones se convierte en epicentro de la felicidad en el macizo montañoso de Bamburanao, mientras Dayana Libet Gómez Guerra y José Raúl Rojas Vera enlazan sus vidas, en una ceremonia peculiar y armónica con el ambiente.
Nadie niega el significado del momento, soñado y esperado, pero el juramento de lealtad, la colocación de los anillos y el beso que selló el acto oficial, son meros formalismos al considerarse las promesas hechas desde un amor profesado durante seis años, sustentado en la confianza y el respeto.
Al término del ritual se despojan de los atuendos tradicionales y, acomodados sobre sendos taburetes, en el patio de la casa, acceden a revelar su historia, la del amor que se descubre en la mirada y hace copiosas sus sonrisas.
Aunque antes intercambiaron miradas, fue la Universidad de Ciencias Médicas la oportunidad para afianzar la atracción, al punto que José Raúl se decidió a enamorarla: un día le mandó un papelito para invitarla a comer pizzas y ella aceptó, fue la ocasión para conocerse mejor y antesala del noviazgo.
Convencidos de cuánto los une han planificado el matrimonio desde que ella cursaba el tercer año de la carrera de Medicina, sin embargo, por diversas razones lo aplazaron. Hace una semana la decisión se hizo firme: el novio organizó la boda, casi en secreto, como mejor regalo por el cumpleaños de su amada.
Apegados a sus raíces campesinas, se juraron amor eterno al pie de las montañas que se yerguen, con todo su verdor, entre los municipios de Chambas y Florencia, bajo un cielo azul y despejado que acentúa la paz y la tranquilidad; justo en el espacio donde se descubren diversos cultivos, también resultantes de su empeño.
La Medicina no los aparta de su vocación por las labores agrícolas, por tanto, siempre que la exigente profesión se los permite, participan en las siembras, el tratamiento y la recogidas de cosechas. El trabajo en el campo los ennoblece, reafirma la humildad y demuestra su capacidad para desarrollarse en entornos diferentes.
Ella resalta que allá, en la comunidad Los Perros, otro apartado sitio de la geografía chambera, José Raúl sembraba arroz y hasta ordeñaba vacas, a modo de señalar que su actitud responde a la formación, identidad y cultura.
Fueron los valores distintivos del campesinado cubano impulsores en su decisión de integrarse al enfrentamiento a la COVID-19. Él incorporado desde marzo de 2019, como especialista en Medicina General Integral, en la zona roja de diversos centros de aislamiento de la provincia de Ciego de Ávila.
Al principio existía mucho temor, por el desconocimiento de la enfermedad y el riesgo de contagio; muchas personas ofrecieron resistencia al trabajo en las instituciones de asistencia médica, por tanto, sus compañeros y él también fueron cocineros, pantristas, auxiliares de limpieza…, en medio de aquella turbulencia.
La experiencia acumulada en ese periodo le permite, en la actualidad, laborar con éxito como Jefe del Departamento de Higiene y Epidemiología en el área de salud del consejo popular Máximo Gómez, al norte del territorio de Chambas.
Ella, graduada en el mes de julio último, se integró de inmediato al Hospital Provincial General Docente Roberto Rodríguez, de Morón, donde ofreció asistencia a infantes sospechosos y confirmados con la enfermedad, como residente de la especialidad de Pediatría, justo en los momentos de mayores tensiones por el virus del SARS-CoV-2.
Así, inspirados uno en el otro, aportaron a la lucha en un matrimonio que prevén formalizar también ante la iglesia, como practicantes de catolicismo, para pasar de la etapa de florecimiento a la fructificación del amor en numerosos hijos.
