Es bien difícil traspasar el reino hermético de la humildad de Capote, el Héroe del Trabajo de la República de Cuba, el hombre que le dijo a Fidel que estaba dispuesto a construir caminos sobre el mar y para ello alistó el contingente Roberto Rodríguez —El Vaquerito—.
Al parecer, el otro día andaba nostálgico. Y como la nostalgia abre las puertas a los recuerdos, esa tarde decidió hilvanar las palabras que conforman el historial de una vida llena de amor y realidades.
Si de algo se jacta es que a pesar de haber cumplido el pasado abril 84 años de edad conserva la misma voluntad de cuando era joven y laboraba en la finca de José Morera en la siembra, limpia y el corte de caña, cuando decidió integrarse al Movimiento 26 de Julio o cuando, más acá en el tiempo, Fidel le habló de unir por la parte norte a las provincias de Ciego de Ávila, Camaguey y Villa Clara.
Verdades, leyendas y habladurías se han entretejido a lo largo de su vida, sobre todo, a partir del día que decidió tirarle piedras al mar.
“El 12 y 13 de marzo de 1987 Fidel recorrió la cayería norte avileña, y el 23, a las 3 y 10 de la tarde, el camión Kraz volteó las primeras piedras, muy cerca de donde el Comandante había hablado diez días atrás. Fueron arduas jornadas a lo largo de cientos de días y noches.
“El 26 de Julio de 1988, en Santiago de Cuba, el Jefe anunció la unión. Recuerdo que dijo más o menos así: “Calladamente, silenciosamente, en apenas 15 ó 16 meses, un puñado de trabajadores han empatado la costa por mares poco profundos, con una Isla que tiene grandes posibilidades turísticas, situada a más de 20 kilómetros de la costa.
Capote, que no es muy dado a los elogios, comenzó a crecer, casi sin darse cuenta: “construir la obra de Fidel ha sido el mayor reto de mi vida, y pienso que también el de las mujeres y los hombres de El Vaquerito, quienes escribieron páginas bonitas, llenas de amor y heroísmo. ¡Imagínate emprenderla a piedras contra el mar, algo que en Cuba jamás se había hecho!”.
Hay algunas anécdotas que nunca ha revelado a la prensa: “Un día adelantamos 56 metros y al otro solo llegamos a los 18, pese a que echamos más de 70 metros cúbicos de material. Aquello preocupó a todo el mundo
“Alguien se lo informó a Fidel y él le respondió: Díganle a Capote que no se preocupe. Todavía le queda, más o menos, un kilómetro con esas características. Aunque no haya mucha profundidad, el fondo tiene mucho cieno. ¡Y quien te dice que a los 900 metros volvimos a la normalidad”! Fidel siempre con su visión de futuro.
Capote no fue niño de pasar muchas escuelas, pero es un profesional insuperable de la honestidad y el trabajo. Una vez pensó…
“Fue cuando estaba próximo a cumplir los 60 años. Conversaba yo con el Comandante en Jefe, sobre el futuro de la cayería norte de Cuba. Mi estado de ánimo no andaba bien. Parece que él me notó algo en el rostro y me preguntó: ¿Qué te pasa? Me encogí de hombros. Y acto seguido me dijo: ‘Tú no te vas a jubilar. Vas a trabajar hasta que tengas 80 años. Después, descansas un poquito’, pero ya tengo 84 y aquí estoy. Si la salud, que no anda muy bien, me acompaña, quiero ver si puedo tirar un poquito más.
“Otro capítulo en la vida fue lo de la novela Por amor, que hicieron hace años. Me gustó mucho el título, pero en verdad el drama no me agradó. Me pusieron enamorando en el contingente. También en discrepancia con los técnicos e ingenieros. Y nada de eso fue verdad. Yo no entiendo mucho de cosas de ficción, porque el trabajo es vida y sacrificio.”
A Fidel, con quien compartió en varias ocasiones, lo cataloga como un hombre con una visión más allá de cualquier límite humano. Imaginar la unión de todos estos cayos con tierra firme a cualquiera le hubiera resultado una utopía, pero el Comandante en Jefe tiene el don de convertir utopías en realidades.
El viejo Capote no equivocó el camino. Él tiene la mayor riqueza de este mundo: el prestigio y la vergüenza de los que luchan por amor.