El Paso de los Vientos empujó al oeste a 292 haitianos que buscaban el norte. Era muy difícil que lo encontraran. Y muy fácil predecir el recalo de una embarcación atestada de emigrantes que se lanzaron a un estrecho de, apenas, 80 kilómetros, arremolinado por fuertes corrientes marinas.
Esa es la distancia más corta entre Cuba y Haití, pero no fue esa la que recorrieron. Durante cinco días estuvieron en el agua y aún sin creerse naúfragos debieron haber navegado unas 400 millas, hasta terminar recalando en costas avileñas, necesitados de agua y comida.
De Cayo Paredón serían trasladados a puerto Casasa, en Cayo Coco, y de ahí a Ceballos 8, adonde llegaron a las 2:00 de la madrugada de este 9 de febrero. Cinco horas antes ya los voluntarios de la Cruz Roja avileña estaban el lugar.
Los socorristas Bárbara Rodríguez y César Moreno integrarían un equipo más amplio que llegó a preparar cuartos, tender camas, distribuir aseo, barrer el lugar… Ceballos 8, que había fungido como centro asistencial durante la COVID-19, volvía a ser vieja escuela, camino a convertirse en 73 viviendas. No estaba lista para 292 haitianos, o cubanos.
De ahí que las fuerzas constructivas del territorio ultimaran los detalles que el tiempo les permitió, mientras la pareja de voluntarios, unida en casa y oficina, volvía a revivir la situación de octubre, hace cuatro meses, cuando un grupo de 50 haitianos también recaló en el litoral avileño y ellos los asistieron, entonces en Ceballos 7.
Esa pila de días fueron, en realidad, 25. La propia secretaria general de la Cruz Roja en Ciego de Ávila, Ileana Fuentes Torres, los acompañó en el avión de regreso. El 9 de octubre aterrizó en Puerto Príncipe. Cuatro meses exactos y Peterson Lyam, quien también iba en ese vuelo, vuelve a recalar en Cuba. Es su segundo intento y Ciego de Ávila su “segunda tabla de salvación”, después de días en un barco, cuyas imágenes nocturnas, incluso desde un celular de bajas prestaciones, revelan el suicidio. El mástil tiene apariencia de no poder ni con la vela. ¿Cuánto tiempo más hubiese podido con 292 haitianos?
La línea más recta entre Haití y la Florida supera las 700 millas; sin embargo, Peterson sabe que no se viaja en línea recta y que no es tan sencillo. Tras su segundo intento no niega que habrá un tercero ni lo afirma, tampoco. Solo dice que “Haití está malo” y que “el mar también está malo”. También dice que no quiere irse de Cuba, que aquí podría estudiar y ser médico.
Ileana Fuentes Torres, secretaria general de la Cruz Roja en Ciego de Ávila, se toma un ligero descanso en el ajetreo
Lo que sí parece tener muy claro es que no quiere quedarse en Haití, que mientras continúe allí el ciclo ancestral de pobreza y violencia, avivada a mediados de año, tras el asesinato del presidente Juvenel Moise, otros intentos “saldrán a flote”.
“Es muy triste todo”, comenta con ojos enrojecidos, renuente a fotos. Ningún inmigrante accede a contar su historia; demasiado pronto para recrear el trauma, supongo.
Por eso, una vez concluida la toma de muestras para detectar paludismo y COVID, se ubicarán sus datos y a través de dos teléfonos habilitados podrán comunicarse con los suyos.
“El servicio de Restablecimiento de Contacto entre Familiar (RCF) de la Cruz Roja es una de las primeras asistencias que brindamos”, asegura Ileana Fuentes. Suelen ser dos minutos, tiempo suficiente para dar indicios de vida y contar las condiciones en que se encuentran.
Ania Rosa Francisco Malde, vicegobernadora de la provincia, las esboza para Invasor. Aclara que aunque deberán seguir acondicionando el lugar, “ allí se les ofrece desayuno, almuerzo, comida y meriendas. Tienen aseo, sábanas, toallas, agua, servicios médicos y se coordinan otras acciones para garantizar el bienestar”. Una pequeña brigada, por ejemplo, alistaba siete habitaciones más para aliviar la concentración de algunas donde pernoctaron y donde deberán permanecer varios días.
Todavía es muy pronto para definir cuántos. La secretaria general de la Cruz Roja no se atreve a vaticinarlos. La seguridad está, precisamente, en que retornarán de manera segura.
Un reporte de Granma ofrecía el dato en voz de Roel Estévez Matos, administrador del campamento de refugiados en Guantánamo: desde el 2001 a octubre de 2021, 76 embarcaciones haitianas habían recalado en esas costas, trayendo a bordo más de 4 000 inmigrantes.
La que llegó a Ciego de Ávila, con 292, se suma a esa avalancha.