Desde pequeña soñaba con ser doctora. Quería parecerse a su mamá, salvar vidas, curar enfermedades, aliviar el dolor de todo el que lo necesitara. Quería saberse útil… Diana Isabella Rancaño Peña, cursa el 4to año de la carrera de Medicina y está a punto de lograr convertir en realidad ese sueño.

Admira a su mamá, como a tantos otros, que han cumplido el hermoso deber de llevar la salud  a tierras hermanas. “Si tuviera que hacerlo, lo haría con mucha satisfacción. Es parte esencial del humanismo de esta profesión”, dice esta muchacha que viste a la moda, gusta de la buena música y adora a los animales, por eso también se alegra del reciente Decreto Ley que garantiza su protección, con la que podrán erradicarse los actos de abandono.

Agradece a sus abuelos maternos, el haber sido sus guías esos años en los que Beatriz, su mamáse encontraba en la República Bolivariana de Venezuela. Con ellos sigue contando para todo y se esfuerza para que se sientan orgullosos de su nieta.

Jovial, a veces tímida, la tarea de la pesquisa activa le ha permitido vencer cierto miedo escénico. Reconoce que es una tarea importante. “Cada vez nos ganamos más la confianza de la población. Podemos detectar sintomatologías respiratorias, lo que permite que se actúe con prontitud. La Covid-19 ha sido un verdadero reto pero podemos vencerla” asegura la joven federada, que participa en las actividades que organiza su delegación, aunque el estudio, ocupa la mayor parte de su tiempo.

Diana ama su país y sabe que nunca va a defraudarlo. Desde su juventud, aprecia que solo en una nación como Cuba Socialista son respetados los derechos de la mujer, esta ocupa el sitio que le corresponde y contribuye a construir una sociedad justa y equitativa.