Los kilómetros por hora no lo ponen la velocidad del viento del huracán más bravo que haya pasado jamás por Cuba; la velocidad es la que despliegan los trabajadores eléctricos, con ese olfato de agazaparse en el lugar más cercano del posible cruce del fenómeno. La categoría, fuerza de los vientos, quedan en un segundo plano, junto con los presagios, cuando de ayudar al otro se trata.
Cuando el ciclón corcoveaba allá, por el sur del caimán más grande del Caribe, lejos aún, y Juanci (Juan Alberto Olivares Martínez, 32 años, ingeniero eléctrico, especialista de líneas de 110 kv de la Empresa eléctrica avileña) escuchaba por la televisión la posible trayectoria, pidió a su mamá que le arreglara el maletín, que pronto saldría a cumplir una misión.
Unas horas después del paso del ciclón Rafael, Juanci, llegaba a La Habana; después, a Artemisa. Previsores, como son los trabajadores y directivos de ese sector, la caravana le había ganado tiempo al tiempo. Desde la occidental provincia, Juanci, a través de WhatSapp, comparte con los lectores de Granma lo que escribió en su diario de «pelea» contra las adversidades y todo lo malo que dejó Rafael.
«Al llegar a La Habana nos hospedaron en una escuela pedagógica, en el municipio Boyeros, donde pasamos el ciclón Rafael. Ahí no tuvimos muy buena atención, pero uno comprende que en caso de contingencia no hay por qué regodearse en nimiedades. La tropa se mantuvo activa y esperando la orden para salir a trabajar.
«Después del paso del ciclón, que no se sintió tan intenso donde estábamos, nos dirigimos hacia artemisa donde nos hospedaron en la Obe de la provincia, con condiciones mucho mejores. Enseguida comenzamos el celaje (revisión) de los circuitos. Comenzamos por los que alimentan los centros fundamentales de la provincia: el circuito del hospital provincial, el cual ya tiene servicio eléctrico, las estaciones de bombeo de agua de la población…
«Otro grupo trabajamos en el circuito de 33 kV, que le da el agua a una unidad de la termoeléctrica del Mariel.
«Todos los días nos levantamos a las 5: 00am. Algunos guajiros, como yo, lo hacemos más temprano para no hacer cola en los baños. Llegamos a la zona de trabajo a las 6: 00 o 6:30 am. Hemos terminado varios circuitos, porque conocemos de la importancia de que esa planta entrara al Sen (Sistema Electroenergético Nacional). La tropa también trabaja dentro del pueblo donde ya tienen más de 20 bancos de transformadores listos para dar servicio.
«Regresamos por la noche. El primer día de trabajo celé dos líneas: una de 110 kV (kilovoltios) que alimentan al Mariel y otra de 33kV que bombea agua hacia el mismo poblado, con ayuda de integrantes de las Far, que se vieron obligados a utilizar drones debido al difícil acceso, por matas que obstruían el camino. Todavía no hemos podido lavar la ropa.
«En estos días van a brindar un servicio de lavandería en la misma obe. La comida la elaboran en Artemisa, pero la estamos reforzando con más cantidad y otros platos fuertes con nuestros cocineros que están aquí, porque nosotros vinimos bien preparados. Trajimos comida para elaborar y estamos en espera de que lleguen más abastecimiento para garantizar la buena alimentación.
«Cuando le entramos de frente al trabajo, me recordé de Irma, el huracán que pasó por el municipio de Bolivia, en nuestra provincia de Ciego de Ávila. Me es difícil describir lo que encontramos, cuenta Juanci. Y dice sencillamente que no puede hablar de caos por la organización que hay en Cuba ante los ciclones, peso sí se toparon con escombros; casas derrumbadas, vegetación quemada por el viento. No se habla de víctimas, creo que no las hubo y eso es lo más importante. Lo de nosotros aquí es restaurar la red eléctrica lo más pronto que podamos.
«La que sí fue inmediata fue la recuperación moral acá. Desde las primeras horas comenzaron a llegar fuerzas para restaurar el servicio eléctrico y el telefónico. También he escuchado que llegan donaciones de países amigos, pero lo más importante es el vaso de agua, el café que te brindan dondequiera los pobladores de Artemisa, gente muy noble y sencilla.
«Quedan historias por contar, en cada casa, en cada barrio. Te la dicen cuando hacen confianza, porque aquí somos una familia que se llama Cuba. Si no te escribo más es porque no me queda tiempo. Aquí casi unimos el día con la noche».
Nota: Cuando estas líneas salgan publicadas, Juanci y la tropa avileña continuarán el trabajo y habrán cumplido con nuevas encomiendas, en Artemisa.