Fidel Castro y los demás sobrevivientes del asalto al cuartel Moncada, junto al pueblo que los seguía, dejaron atrás los predios del Presidio Modelo, de la entonces Isla de Pinos, -actualmente Isla de la Juventud- el 15 de mayo de 1955.
En los recuerdos de los jóvenes rebeldes quedaban largos meses de prisión sufridos en aquella cárcel sólida, donde las inmensas naves circulares de cemento, divididas en pequeñas celdas, trataban de reducir a cero el ímpetu de libertad de la generación opuesta a los horrendos desmanes de una tiranía propimperialista.
Sin embargo, en medio de la adversidad y en solitario, el líder cubano aprovechó el tiempo para reconstruir el Programa Político de la Revolución, cuya base era el alegato de autodefensa “La Historia me absolverá” que se distribuyó en el pueblo clandestinamente como arma ideológica.
Al día siguiente, el 16 de mayo de 1955, ocurrió la entrada triunfal de Fidel a La Habana. El joven abogado, organizador del movimiento revolucionario que protagonizó los asaltos a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, fue liberado tras la Ley de Amnistía. No era un regalo del régimen de Batista, sino el resultado de casi dos años de tenaz lucha.
Este 15 de mayo, los cubanos hacemos honor a la historia de nuestro país, dignificada por las luchas contra los opresores del pasado, y recordamos la salida de Fidel y sus jóvenes compañeros del presidio de la entonces Isla de Pinos, entre ellos Raúl Castro y Juan Almeida Almeida, hecho que marcó una importante pauta para el período de lucha revolucionaria que transcurrió luego, hasta llegar a la victoria, en enero de 1959.




