“Hay que trabajar para obtener la leche”, comenta Javier Álvarez Rodríguez, campesino de la finca ganadera La Panchita, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Manuel Montaña y ubicada en la falda de las elevaciones del Rincón de Mabuya, en el municipio de Chambas, donde han transcurrido sus 27 años, siempre vinculado a las actividades agropecuarias.
No es casual la vocación por la tierra y los animales, tampoco la decisión de convertirse en Técnico de Nivel Medio en Veterinaria para apropiarse de conocimientos teóricos y prácticos que le permiten perfeccionar su labor en una propiedad devenida herencia familiar al pasar desde el bisabuelo hasta su padre.
Los saberes adquiridos desde la infancia en potreros y surcos, más los aportes de la academia, le posibilitan conducirse con éxito para conservar una tradición y sentirse realizado porque “el campo es lo que me gusta”, resume en pocas palabras.
Junto a su papá, en poco más de seis hectáreas, Javier desarrolla la ganadería―en la actualidad con 27 animales― y cultivos varios como granos, viandas y la caña de azúcar, en tanto, prevé incorporar el king grass, las dos últimas para garantizar la alimentación de las reses en una zona de prolongadas sequías.
Las pretensiones de incrementar la masa ganadera para superar la entrega diaria de 16 litros de leche implicaron el desembolso de 11 mil pesos para la construcción de un pozo que asegura la disponibilidad de agua, sin embargo, otras carencias rebasan sus posibilidades.
Hace siete meses aguardan por los cubos y cantinas solicitados, incluso esperan por pedidos de años precedentes, y le resulta difícil comprender las razones por las cuales en esta isla, bañada por el mar, productores como él no tienen sal para incorporarla a la nutrición de los animales.
Sin embargo, debe ingeniárselas para que sus cinco productorasrindan la cantidad planificada por alguien que, presume, “nunca se ha agachado a ordeñar”y traza planes en correspondencia con la cantidad de animales,sin evaluar condiciones ni considerar las vacas en ordeño.
Luego de acopiada debe enfrentar otros tropiezos ―literalmente tropiezos― al trasladarse bien temprano por un camino angosto e irregular, de unos dos kilómetros, para llevar la leche hasta el punto de recogida en las proximidades del Circuito Norte.
Cuando llueve se pone en extremo difícil, de manera que él y los vecinos cercanos precisan hacer malabares para que los niños lleguen con sus uniformes y zapatos limpios a las escuelas.
Rincón de Mabuya requieremás atención, es el principal reclamo de Álvarez Rodríguez, en nombre de las familias del lugar, en su mayoría vinculadas a la producción de alimentos que tributan a los programas de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, y de Autoabastecimiento Municipal.
Aunque asoma el disgusto, no lo invade la desmotivación. Lo confirma su actitud: bajo un sol intenso proporcionaagua a los animales, los acaricia mientras beben y retoma el diálogo sobre su finca, convertida en réplica del proyecto internacional Conectando Paisajes.
La asociación con su vecino Osveldo Gómez Reina―reconocido como profesor de la carrera de Agronomía en el Centro Universitario Municipal de Chambas y propietario de una de las seis fincas escuelas con enfoque de paisaje en el país―, le permite extender las prácticas agroecológicas en el área.
Poco antes de la entrevista había concluido más de 350 metros de cercas vivas que protegerán los suelos y favorecerán el crecimiento de pastos al regular la temperatura y humedad en el área.
Mediante la utilización de abonos orgánicos, incluido el estiércol del ganado, desarrollan cultivos como el maíz y frijol, logrando adecuada salud en las plantaciones y rendimientos que permiten autoabastecer a la familia y aportar al consumo social, aunque el compromiso sea con la entrega de leche.
Prevé incorporarse al programa porcino mediante el aprovechamiento de las potencialidades de una arboleda situada en su propiedad, donde el cerdo criollo tendría facilidades para el crecimiento, con la ayuda de alimentos naturales (frutas y palmiche).
Al pie del macizo montañoso de Bamburanao, desde un valle que reverdece con la llegada de la primavera, Javier “cultiva” el presente y proyecta su futuro, que es el de lafamilia yun país donde la producción de alimentos constituye una prioridad, por tanto, precisa de todo su empeño, pero también de respaldo.