FIDEL EN LA HISTORIA (Final)

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FIDEL EN LA HISTORIA (I)

Este 13 de agosto se cumplen 97 años que Lina Ruz de Castro, alumbró a Fidel en Birán, toda una historia que no pretendo contar en cuatro cuartillas, sí dejar rastros del líder indiscutible de Cuba para el futuro. Solo decir.

Hoy la República Bolivariana de Venezuela con atención a sus particularidades y condiciones objetivas y subjetivas, enarbola la bandera de la esperanza junto al pueblo cubano, es hoy el segundo árbol que se coloca al frente para detener al gigante que describía Martí.

La Venezuela de hoy con sus principios socialistas de justicia social y equidad en la distribución de sus riquezas sembradas en su pueblo por Hugo Chávez y por la unidad de “Nuestra América”.

El recuerdo eterno para Fidel, este día que siempre nos alumbrará, la Revolución Cubana se mantiene sobre los valores más dignos del hombre, que él nos enseñó, Cuba es un ejemplo para todos los revolucionarios del mundo, es sin dudas un faro que ilumina el camino por la redención de la humanidad. Creo en lo que digo, con respeto por el criterio ajeno.

Para sus estudiosos y seguidores políticos, Fidel es un indiscutible paradigma de las ideas y añoranzas de los pueblos, y para sus enemigos, un peligroso y temido pensador de los dos siglos pasados, condición que la determina la justeza y el alcance universal de su obra.

Me expreso con el pensamiento de Fidel, salvando la distancia, entre todas las cosas previó la caravana de regreso a la inmortalidad, con el pueblo que lo acompañó, con los artistas que le cantaron en todas sus manifestaciones, al que lo describió en versos octosílabos que él

tanto disfrutó con el regreso del niño Elián González y el caso de la Operación Avispa con los Cinco.

II

El Apóstol te dio cita

de honor en Santa Efigenia,

la historia le dio la venia,

Santiago luz infinita.

En la ceniza crepita

tu sentimiento mambí.

Y viajas junto a Martí

ya con la gloria conversa,

en la caravana inversa

diciendo al pueblo: cumplí.

III

Está el hombre tan gigante

en un cofre tan pequeño,

despierto siempre sin sueño,

con grados de comandante.

A su lado de garante

entre palmas y arrebol.

Brillando como un crisol

para combatir la hiedra,

cuida el Apóstol la piedra

mirando de cara al Sol.