El portal de las palabras tiene luz propia en Ciego de Ávila

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El portal de las palabras tiene luz propia en Ciego de Ávila

Cuando las ideas nacen de la espontaneidad y sin ataduras, casi siempre, su luz es más auténtica y duradera. Más o menos esta es la moraleja que un año después podemos confirmar con el Portal de las palabras, un proyecto comunitario que ya camina por sus propios pies y deja huellas profundas en el corazón del Consejo Popular Ángel Alfredo Pérez Rivero, en el municipio cabecera.

Su historia comenzó a escribirse 12 meses atrás, cuando un grupo de muchachos del barrio, que estudiaban bajo la sombra de un portal, fueron a aclarar algunas dudas de ortografía con Rafael Martín González, ese librero de infinita experiencia con una vida dedicada a la promoción de la literatura y a estimular el gusto por la lectura.

Con la paciencia que lo caracteriza no solo explicó, sino que aprovecho el “pie forzado” para lanzarles la provocación de que “leer era el mejor método para aprender y mejorar la ortografía”. A la primera ojeada la sugerencia tuvo que parecerles descabellada, pero cuando la escena se repitió y la respuesta fue la misma debieron concederle a su sapiencia, al menos, el beneficio de la duda.

De un portal elegido al azar pasaron a reunirse en el de la casa que vio nacer y crecer a Ángel Alfredo Pérez Rivero, mártir internacionalista del terruño. Su madre Eneida acogió como propia la iniciativa y su experiencia como maestra se sumó a la de Rafael para la presentación de libros y autores hasta entonces desconocidos por la mayoría.

El primer domingo de cada mes la maquinaria echa a andar y la dinámica, aunque sencilla, ha encontrado seguidores y se ha llevado las palmas, pues no todos los días es el gusto por la literatura y la lectura lo que reúne y convoca, sobre todo, a edades tempranas.

De hecho, lo que empezó con cuatro o cinco niños entre los siete y los 13 años de edad, es hoy un acontecimiento que mueve la comunidad y arrastra, también, a abuelos, padres y hermanos, quienes han asumido como suyo el espacio.

Rafael lo dice complacido: “nunca pensé que lograríamos tanto, los muchachos se acercan solos, sin compromiso, interesados por lo que hacemos aquí y hasta los abuelos vienen a cantar y a recitar. Trato de que cada momento sea diferente y sus caras son el mejor termómetro para saber si les gusta o no”.

Lo habitual es comenzar leyendo un cuento y comentarlo, ya sea del libro Había una vez, de La Edad de Oro, o del cuentero mayor, el inolvidable Onelio Jorge Cardoso. Al siguiente encuentro son ellos quienes deben traer escrita una historia, y con las riendas de la imaginación sueltas han tomado forma la perrita Mantequilla y las más curiosas anécdotas, las cuales se leen y comparten en voz alta.

Además, se canta, se baila y se actúa a partir de una obra seleccionada porque, si algo les ha permitido llegar hasta la mayoría de edad, es no seguir esquemas ni preocuparse por un audio o por un refresco para merendar y que la actividad sea un éxito, aun cuando en los últimos tiempos han tenido un poco de ambas cosas.

Auspiciado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura, los regalos y premios corren a su cuenta y han involucrado en cada cita a escritores del patio como Masiel Mateo, quien ha sido de las más activas, y a artistas de Polichinela, ingredientes imprescindibles para saltar la monotonía, ofrecer propuestas diferentes cada mes y demostrar que la modestia no está reñida con la calidad.

Ojalá que las expectativas que se cobijan bajo este portal sigan impulsando las velas de un proyecto todavía joven y necesario para que la literatura sea disfrute común y alegría. El Portal de las palabras tiene sus puertas abiertas.